miércoles, 17 de septiembre de 2014

Para todos aquellos que no confían en su belleza


Nunca olvides que las críticas ajenas son un cúmulo de hojas secas y muertas, que tu vida solo tiene un protagonista y que esa persona eres tú. Tampoco ignores - aunque realmente lo desees - que a tu espalda cargas tres grandísimas maletas y que ellas, intrínsecamente interiorizadas, formarán parte de tu carta de presentación. Así, no te dejes engañar por la volatilidad del qué dicen o dirán de ti, porque entonces caerás en el vicio de volver a precipitarte en el abismo de odiarte a ti mismo y a tus maletas. No dejes que ese momento, ese maldito y arisco precipicio, te invite a lanzarte hacia el infinito, ni tampoco permitas que te embriague con la frialdad de su vacío. Ahora mismo tú no estás preparado para planear entre piedras rocosas y afiladas. 

Piensa que un tesoro inmenso y abarrotado de joyas yace en ti y que alguien debe ayudarte a pulir toda esa materia que tú, preciosamente hablando, has ido cimentando a lo largo de estos años.  Y ese alguien, ese todo y nada a la vez, esa aureola de aparente tranquilidad, ese remanso de ideales esteparios y todavía incumplidos, esa lejana realidad, no depende de una fuerza extraña ni de tus amigos ni de tu familia. No. Ese desconocido e ideológicamente perfecto, que simula ser un magno guerrero, que se presenta como el salvador de tu ser y en quien confías plenamente, enviándole cientos de cartas en forma de pensamiento, para que te libere de esta prisión vital, no existe. Así que no sigas rezándole cada noche, ni cada minuto. No derroches más esfuerzos en clamar auxilio a los cuatro vientos porque no te harán caso, pues el único pulidor capaz de hacer relucir tu belleza eres tú. 

Y fíjate, qué tristeza la nuestra que cuando los problemas se enroscan a nuestro cuello cual soga de guillotina,  nos aterrorizamos y nos ahogamos en nuestro todo y en nuestra nada. Y perdemos el norte y el sur, y las nubes se convierten en cenizas negras y nuestra vida se transfigura en la palabra más repulsiva y odiada de nuestro diccionario. Y nosotros, cabezudos como burros en ansia de zanahoria, nos lo creemos y nos creemos personajes de esa historia, de esa falsa historia. 

Y, ¡qué sabios los vientos y qué dulces los niños! Pues bien saben ellos que los deseos deben ser órdenes y los actos deben ser ciertos. 

Así que no te rindas nunca, acuérdate que rendirse es de cobardes y que solo tienes una vida y tú eres el único tripulante, el único capaz de remar y de tirar hacia delante, sin temor al que dirán o a todo aquello que esos malditos vientos humanos puedan soplar. A tu espalda llevas tres maletas y ellas siempre te acompañarán. 

Maleta 1 - Sueños

Maleta 2 - Virtudes

Maleta 3 - Defectos



2 comentarios:

  1. A veces es terriblemente difícil recordar todo esto.

    Me gusta muchísimo la fluidez que tienes al escribir.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tu comentario. Sí, por desgracia, a veces se convierte en ardua tarea...:S Mil gracias por palabras tan bonitas. Un fuertísimo abrazo!

      Eliminar